Cada 11 de abril se celebra el Día mundial contra el Párkinson, una enfermedad neurodegenerativa cuya incidencia se ha disparado durante los últimos años y que merma notablemente la calidad de vida de quien la padece. Además, se estima que será la enfermedad grave más común dentro de veinte años y que en 2040, la podrían padecer hasta 12 millones de personas.
El motivo principal es que la población mundial está envejeciendo y la incidencia de la enfermedad aumenta con la edad. Además, nuestros hábitos de consumo, o el aumento de la longevidad también influyen en este crecimiento.
Las personas con párkinson requieren de un abordaje terapéutico multidisciplinar que aglutine el tratamiento farmacológico, las terapias rehabilitadoras y el tratamiento quirúrgico.
El párkinson suele aparecer a partir de los 50 años de edad. Solo, en el 20% de las ocasiones, la patología se detecta entre los 40 y los 45 años –denominado párkinson de inicio temprano-.Si bien no existen causas determinantes para su desarrollo, sí se relaciona con ciertos factores de riesgo, como la edad, factores medioambientales y genéticos. No obstante, solo entre el 5% y el 10% de los diagnósticos tienen origen genético. Respecto al entorno, algunos estudios establecen como riesgo el haber estado en contacto continuado con pesticidas, herbicidas y similares.
Cuando está indicada, la cirugía tiene un índice de éxito destacable ya que permite controlar e incluso atenuar los síntomas hasta en 8 de cada 10 ocasiones, reduciendo las alteraciones motoras -los temblores y la rigidez-, y retrasando la evolución de la enfermedad.
El diagnóstico precoz es clave, por lo que anotamos aquí algunos posibles signos y síntomas de la enfermedad:
- Puede comenzar con cansancio, malestar general, e incluso temblores muy ligeros durante las primeras horas del día. La dificultad para levantarse de una silla, el tono de voz bajo y la caligrafía apretada son otros indicativos.
- Dolores musculares en los hombros, espalda y cuello, e incluso calambres pueden ser síntomas que, pasado un tiempo, se transforman en rigidez.
- Lentitud para realizar las labores cotidianas, en especial las que demandan más precisión. En estadios más avanzados puede afectar a cuestiones como pelar fruta, abrocharse los cordones y similares.
- Más allá de los trastornos motores también pueden darse alteraciones en la función cognitiva, dolor, alucinaciones, trastorno del control de los impulsos, disfunción del sistema nervioso autónomo y depresión.
La SEGG recomienda a las personas mayores consultar a su médico ante cualquier sospecha. La demora en el diagnóstico de párkinson se debe, en parte, a la consideración del propio paciente que cree que esos primeros síntomas son propios del envejecimiento. Un diagnóstico precoz supondrá siempre un mejor pronóstico y tratamiento.
Artículo confeccionado con información de la Sociedad española de Geriatría y Gerontología y la Federación española de Parkinson