Hace 12 años, a 40 kilómetros de Islandia y a 88 metros de profundidad se capturó una almeja de la especie Árctica islándica que posee el honroso título de ser el animal más longevo conocido. Después de contar los anillos de su concha y someterla a un proceso de dendrocronología, científicos de la Universidad de Bangor en Gales determinaron su edad en 507 años. Nació en vida de Colón y mientras la dinastía Ming gobernaba en China.
No obstante, Ming no es el ser vivo más viejo del mundo: un abeto sueco, en la montaña Fulu, con 9.950 años, lo supera con creces, aunque una esponja gigante de la especie Scolymastra joubini encontrada en la Antártida se cree que podría tener más de 10.000 años.
Sin llegar obviamente a esos extremos, la población española en los últimos años ha seguido un constante proceso de envejecimiento. El número de centenarios en España en 1900 era de 394 y en 2011 alcanzaba ya los 6.505 y subiendo. Por cierto el record de edad documentado en España lo ostenta Ana María Vela Rubio, que falleció en 2017 a la nada despreciable edad de 116 años.
Pero veamos, según los informes del CSIC, cuál es la situación de la población española. A 1 de enero de 2016 había 8.657.705 personas mayores (65 y más años), un 18,4% sobre el total de la población (46.557.008), aunque sigue creciendo en mayor medida la proporción de octogenarios, que ahora representan el 6,0% de toda la población; este grupo seguirá ganando peso entre la población mayor en un proceso de envejecimiento de los ya viejos. Según la proyección del INE, en 2066 habrá más de 14 millones de personas mayores, 34,6% del total de la población.
La estructura de la población cambiará hacia 2050, cuando las personas mayores habrán duplicado sus efectivos actuales y llegarán a triplicar la cifra de niños. Esto viene motivado por el llamado baby boom (1.958-1.977) cuando nacieron 14 millones de niños (unos 650.000 cada año). Esta generación llegará a la jubilación en torno al 2.024.
El sexo predominante en la vejez es el femenino. En 2016 encontramos un 32,9% más de mujeres (4.940.008) que de hombres (3.717.697), si bien es cierto que nacen más hombres que mujeres y este exceso se mantiene durante muchos años. Ahora el equilibrio entre sexos se alcanza hacia los 50 años. Esta cambiante relación entre sexos se debe a una mayor tasa de mortalidad masculina a todas las edades.
El nivel de envejecimiento de una sociedad depende mucho de los indicadores con los que se mida. Tradicionalmente se utiliza la edad de jubilación, 65 años (edad cronológica), ahora en proceso de retraso. Esta forma de medir no tiene en cuenta que se están produciendo progresos notables en las condiciones de salud, en la tasa de discapacidad de las personas mayores y en la esperanza de vida. La esperanza de vida es uno de los indicadores principales que reflejan consecuencias de las políticas sanitarias, sociales y económicas de un país. En 2015, las mujeres españolas tienen una esperanza de vida al nacer de 85,4 años, y los hombres de 79,9 años (INE). Se encuentran entre las más altas de Europa y del mundo y la tendencia general indica que seguirá aumentando. La clave de este aumento constante de la esperanza de vida en los últimos años ha sido el descenso de la mortalidad, en especial la infantil, reflejo de progreso en las condiciones sanitarias, sociales, económicas, y mejora de los estilos de vida.
La esperanza de vida saludable pretende añadir una nueva dimensión de calidad a la cantidad de vida; está basada en dos dimensiones, morbilidad crónica y salud autopercibida. Hemos visto que entre las personas de 65 y más años, las mujeres destacan por tener una esperanza de vida mayor que los hombres, pero su esperanza de vida saludable es menor. Si se mide el porcentaje de tiempo que se vive con buena salud a partir de los 65 años, el contraste entre hombres y mujeres es patente: 50,5% del tiempo por vivir en los hombres lo es en buenas condiciones, mientras que sólo el 38,5% en el caso de las mujeres.
Lo que si aumenta con la edad es la posibilidad de vivir en soledad. Se ha observado en los últimos años un incremento de los hogares unipersonales en personas de más de 65 años, aunque las proporciones son más bajas que en otros países europeos. En España, la proporción de mujeres mayores que vive en soledad supera a la de hombres. De todas maneras la forma de convivencia mayoritaria entre los hombres de 65 y más años es la pareja sola (sin hijos ni otros convivientes).
Sola estaba también Ming, la almeja ártica que acabó sus días con 507 años cuando los científicos que la capturaron intentaron abrirla y analizarla para datar su fecha de nacimiento. Ironías de la edad.
Artículo confeccionado con información del portal temático del CSIC Envejecimiento en Red. Más info: http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/enred-indicadoresbasicos17.pdf